En primer lugar, perdón por faltar a mi cita la semana pasada, fue por causas de fuerza mayor. Y ahora, vamos al tema. Si hace unas semanas hablábamos de uno de los temas televisivos de la recta final del año, la asombrosa escalada de audiencias de La 1, hoy voy a por la cruz de la moneda: Telecinco. Todo apunta a que el canal de Mediaset terminará el año con un nuevo récord negativo de audiencia. De enero a noviembre, ha promediado un 9,5% de cuota de pantalla, y nada hace prever que en diciembre se vaya a producir una remontada que le lleve a superar el 9,8% que obtuvo el año pasado y con el que ya había marcado su peor año histórico. Telecinco sigue atravesando un desierto, como ellos mismos suelen decir, que se está haciendo más largo y árido de lo esperado.

Los datos muestran claramente la caída del canal: 2021 fue el último año que Telecinco lideró en el cómputo anual, y lo hizo con un 14,4% de cuota; en 2022 ese dato fue del 12,3%; en 2023 cayó al 10,4% y en 2024 se quedó en el 9,8%, ya instalado por debajo de la barrera psicológica del 10%. En 2025, además de que, salvo milagro, volverá a obtener su peor dato histórico, obtuvo en agosto su peor cuota mensual, un 8%, y los dos peores datos mensuales fuera del verano, 8,7% en enero y 8,9% en noviembre.

Se pueden buscar muchos culpables, desde el cambio de ciclo del que ya hablaba Paolo Vasile en su salida del grupo de comunicación hasta los cambios de hábitos de los espectadores desde la llegada de las plataformas digitales. Esto último es algo que se supone que afecta por igual a todas las cadenas, pero la realidad es que influye más en las que tienen unos espectadores más jóvenes (Telecinco) que las seguidas por público de mayor edad (Antena 3). Para el hundimiento del canal hay razones externas como esas, pero también hay motivos internos. 

La inestabilidad de la parrilla de Telecinco es evidente en los últimos meses, e incluso en los últimos años. Las tardes son un quebradero de cabeza que, desde el final de Sálvame, no han logrado solucionar. El programa de la antigua Fábrica de la Tele se despidió en 2023 tras una temporada en la que Sálvame Naranja promedió un 13,5% de cuota y Sálvame Limón, un 11,5%, según los datos de un informe que la consultora GECA publicó entonces. Los resultados de audiencia fueron un argumento para su cancelación. En la última semana de noviembre, El tiempo justo, con Joaquín Prat, promedió un 9% de cuota de pantalla, y El diario de Jorge hizo un 9,8% de media. Agárrate al sillón no levanta cabeza y ya se rumorea que su final está cerca (Telecinco no lo confirma). 

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A principios de año, intentaron tomar aire en las mañanas recuperando a Ana Rosa Quintana en la franja en la que reinó durante años, pero La 1 se ha destapado en los últimos meses como el gran rival a batir y ha complicado la lucha: si El programa de Ana Rosa cerró la temporada 2022-2023 con un 17% de cuota, entre febrero y julio de 2025, tras su regreso, se quedó en un 13,9%. En la última semana de noviembre tuvo un 12,6% de cuota media. 

En busca de un salvavidas, Telecinco volvió a confiar en Gran Hermano. Le ha puesto ganas, invirtiendo en una casa nueva e incluso intentó un programa diario por las tardes para dar más hueco en la parrilla al que fuera reality estrella del canal durante años. Sin embargo, el programa diario se cayó de la parrilla cuatro días después de su estreno por los pobres datos de audiencia. Y la que es la 20ª edición con participantes desconocidos del formato, que comenzó el 6 de noviembre, va camino de ser la más corta de la historia si mantiene el ritmo actual de expulsiones, con dos eliminados semanales. El programa ha metido el turbo para acelerar su recorrido mientras marca mínimos de audiencia: el jueves 27 el dato fue del 11% en su tramo principal, con apenas 600.000 espectadores de media, y en su tramo Express, se quedó en un preocupante 5,4%. Peor aún le va a los debates de los domingos: su última entrega hasta la fecha, el día 30, se quedó en un 8,9% de cuota y 575.000 espectadores.

Algo mejor le va a La isla de las tentaciones, pero está lejos de sus días de gloria. Su actuación edición, la novena del formato, mantiene una media hasta ahora del 12,6% de cuota. Es muy buen dato en comparación con el resto del canal, pero bastante por debajo del 16,8% que promedió la octava entrega, también emitida este año, la del famoso vídeo viral de Montoya.

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Otro drama de Telecinco está en sus informativos. En noviembre, la media de las ediciones de lunes a domingo de sobremesa y noche fue del 8,2% de cuota y 846.000 espectadores, muy lejos del 13,9% que promedió La 1 y a años luz del 19,3% de Antena 3, según los datos del informe mensual de la consultora Barlovento Comunicación. De hecho, los informativos de La Sexta, con un 7,6% de cuota, se quedaron a solo seis décimas de los de Telecinco (aunque compiten en horarios diferentes). Especialmente alarmante es el 7,1% que obtuvo en noviembre la edición de noche de lunes a viernes, la que presentan Carlos Franganillo y Ángeles Blanco, gravemente afectada por la ausencia de efecto arrastre de su telonero, Agárrate al sillón, algo de lo que sí goza Antena 3 con Pasapalabra.

Es fácil ver dónde están los problemas, mirar los datos y decir “esto no funciona”. Lo difícil es encontrar soluciones. También es complicado que esas soluciones estén en formatos y modelos televisivos que ya han demostrado su desgaste. La solución no puede pasar por poner en marcha otra edición más de La isla de las tentaciones a toda prisa (la 10ª entrega se empieza a grabar en enero) o recuperar un reality como Gran Hermano que ya se había dado por muerto hace años en su versión con participantes desconocidos. Pueden ser parches, pero no soluciones. En este reportaje de hace unos meses, varios expertos hablaban de la crisis de identidad que atraviesa el canal, y quizá vayan por ahí los tiros. Y eso es más complicado aún de solucionar.

Como no pudimos hablar la semana pasada de Stranger Things (Netflix), lo hago ahora brevemente. Cada vez que voy a ver esta serie soy muy consciente de lo que espero de ella: más de lo mismo. Como ocurría con El juego del calamar, no espero que ahora de repente los personajes hayan evolucionado y las tramas sean ingeniosas. Solo quiero el entretenimiento ochentero que me prometieron. Y eso está ahí. ¿Que es más de lo mismo una y otra vez, como dice mi compañero Eneko Ruiz Jiménez? Sí, pero eso es lo que yo quería. Dejadme vivir en la repetición. Y lo pasé muy bien con el momento homenaje a Solo en casa y con esa revelación final con Will. 

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También vi Silencio (Movistar Plus+), la comedia existencialista de tres episodios de Eduardo Casanova sobre vampiros y sida. Suena una mezcla rara, y así es la serie (o artefacto audiovisual, o como se quiera llamar), rara, aunque no tanto como se podría esperar viendo las imágenes promocionales. Reconozco que alguna vez me reí y que el mensaje se hace bastante explícito, que es una buena forma de escapar de ese silencio que se denuncia. También que no conecto con ese estilo algo excesivo y casi surrealista a ratos. Pero se agradece la audacia y la intención de ser diferente. Aquí tenéis una crítica más argumentada, y con más conocimientos, de Gregorio Belinchón.

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Otra que me dejé sin comentar es Ena (La 1 y RTVE Play). Por fin se estrenó la serie de Javier Olivares sobre la reina Victoria Eugenia que tantos meses llevaba en el cajón. Como yo la estoy viendo en RTVE Play, la he visto con los diálogos originales en los idiomas en los que se grabaron. Hay partes en inglés, en catalán, en francés... Para su emisión en La 1 se han doblado esos diálogos, algo absurdo porque la cuestión idiomática es parte de la trama en algunos momentos. Por lo demás, la serie es una buena muestra de esos dramas históricos por los que debería apostar más a menudo la televisión pública y que, además, tanto gustan al público (se ha demostrado en los buenos datos de audiencia que ha logrado). Sobre todo el tercer episodio me trajo muchos recuerdos de The Crown por estructura y temas.

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También he empezado Las hijas de la criada (Atresplayer), un culebrón que arranca con un ritmo tan acelerado que algunas decisiones que toman los personajes resultan casi absurdas. Todo está pensado a favor de la trama y del melodrama, con giros poco verosímiles que supongo que vienen de la novela en la que se basa. Eso sí, como producción, tiene el buen nivel que se espera en un drama de época y es muy bonita de ver. 

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En cuanto a los estrenos de esta semana, solo he podido ver el primer episodio de Los abandonados (Netflix), un wéstern con Gillian Anderson y Lena Headey como las matriarcas de dos familias en 1854. Son siete episodios con diferente duración (desde poco más de media hora hasta 50 minutos) y al menos el primero de ellos es solo regular. Dos familias enfrentadas, una de ellas biológica y la otra compuesta por huérfanos adoptados, tensarán más aún su relación tras un suceso. No es mi estilo de serie y tengo la sensación de que estas dos actrices merecían algo mejor. 

Se acerca el final del año y las listas aparecen como setas por todas partes. Hoy Google ha publicado sus clásicos resultados con los términos más buscados este año. Esta vez no hay mucho tema televisivo en los resultados de Google España, donde se refleja que los españoles hemos preguntamos mucho en 2025 por qué se fue la luz, cómo hacer fotos con IA, quién es el nuevo papa, si es mejor diésel o gasolina o por qué han subido tanto los huevos. Pero algún resultado televisivo sí hay. Por ejemplo, en el Top de Tendencias del año figura en el puesto 6