Alguien dijo que no podía haber dos gallos en el gallinero. Seis días después de haber escenificado en la Casa Blanca la amistosa salida del Gobierno del hombre más rico del mundo, Donald Trump y Elon Musk dieron rienda suelta al resquemor que los domina. Se veía venir...
Las hostilidades estallaron de forma estrepitosa: Trump se declaró "decepcionado y sorprendido porque Musk hubiera calificado su ley fiscal de "abominación repugnante", con lo que él le había ayudado, y Musk respondió que sin él no hubiera ganado las elecciones. No os perdáis el intercambio de reproches, porque son muy reveladores de quién tenemos al mando de la política y de ciertas empresas. Trump acabó, como es habitual, amenazando con quitarle a Musk los contratos gubernamentales, y Musk relacionando a Trump con el pederasta Epstein, de infausto recuerdo. Se han ayudado mucho, y ahora se pueden hacer mucho daño.
Por lo demás, ayer fue un día de diplomacia en la Casa Blanca. Trump mantuvo la esperada conversación con el presidente de China, Xi Jinping. Se trataba de suavizar tensiones, que han llegado muy arriba, tanto como las amenazas: aranceles de hasta el 145% por parte de EE UU y del 125% por parte del China. Ayer, por fin, hablaron. Por teléfono. Como nos cuentan Macarena Vidal Liy y Guillermo Abril desde Washington y Pekín, la llamada más esperada por los mercados concluyó con palabras oficiales tranquilizadoras por ambas partes. Y el compromiso de negociar.
- La otra entrevista fue en persona. Trump se reunió con
|