Como si los viera. Tienes la suerte de pasar un día en Londres, decides pasear por Hyde Park, a lo mejor consigues una tumbona, das otra vuelta y de repente los ves saliendo medio escondidos entre árboles y arbustos. ¿Qué llevan en las manos? Sí, prismáticos. Es el naturalista Stephen Moss, que allí seguro que lo conocen, pero el otro es un tipo al diría que tengo visto de algo. Cierto aire de elegante y desenfadado aventurero, actitud jovial, con arena de Egipcio en los bolsillos y un libro sobre aviones en la mochila: sí, es Jacinto Antón.
Como he visto a Jacinto en el monte persiguiendo pájaros con la mirada y casi emocionarse al reconocer alguno que hacía años que no observaba, entiendo su entusiasmo mientras pasea por Hyde Park: la alegría y el placer de observar aves. Jacinto puede hablar y hablar y hablar de una de sus filias (tiene otras) con un experto apasionado. "¿Qué sería de la vida si no hubiera aves?", se pregunta Moss -de quien se acaba de traducir Diez aves que cambiaron el mundo. Y mientras pasean, repasan los pájaros del libro.
No es la única novedad pajaril. Se avista en el ecosistema editorial una tendencia cultural: una bandada de nuevos libros sobre pájaros revela la fascinación por la vida salvaje y la preocupación por la crisis medioambiental. Y para complementar esa sesión de "birdwatching", hemos pedido a Sergio Pagán que conecte otra dimensión de la relación de los pájaros con la belleza y la cultura. Cuando mirlos, cucos y ruiseñores proclaman la primavera, es momento para recordar cómo el canto de las aves ha servido de inspiración a multitud de músicos a lo largo de la historia.
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