Estimada lectora, estimado lector:
Donald Trump regresó a la Casa Blanca con mil y una promesas, y una particularmente urgente: acabar con la guerra en Ucrania “en 24 horas”. Así lo dijo en campaña, por activa y por pasiva, sin —matiz importante— aclarar en ningún momento cómo lo haría. En esas sigue seis meses después: como contaba ayer el enviado especial de EL PAÍS a Kiev, Cristian Segura, Rusia bate esta semana también su propio récord de drones bomba utilizados en ataques de largo alcance. Una sonora derrota que es común al resto de frentes abiertos en la esfera internacional, donde el magnate acumula fracaso tras fracaso desde que hizo las maletas para trasladarse al 1.600 de la avenida Pensilvania de Washington.
Ucrania al margen, el gran debe de Trump en política exterior está en Oriente Próximo. En lo militar, son varias las voces —entre ellas la de Lluís Bassets, columnista de este periódico― que han admitido su reciente victoria en Irán, con una arriesgadísima ofensiva que ha dejado severamente dañado el programa nuclear de Alí Jameneí. En lo puramente diplomático, en cambio, tiene poco de lo que sacar pecho: pese a sus prisas, Israel y Hamás siguen sin dar un sí cristalino a su plan de alto el fuego en Gaza. Ha conseguido, eso sí, la nominación para el Nobel de la Paz de su amigo Benjamín Netanyahu, sobre quien pesa una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad.
Con China, su gran rival sistémico, el republicano sigue sin lograr grandes avances: intercala críticas con alabanzas a Xi Jinping —con quien, como con la mayoría de líderes autoritarios, parece tener cierta sintonía—, pero la guerra arancelaria, de la que aún no se atisba un final, lo enrarece todo. En ese continente, lo más parecido a una victoria diplomática fue en el sempiterno conflicto entre la India y Pakistán: en mayo, cuando ambas potencias nucleares se aproximaron a la guerra abierta, le faltó tiempo para salir a la palestra e intentar calmar los ánimos. Muy lejos, en todo caso, del mérito que se ha arrogado su Administración: Trump ha llegado a decir en los últimos días que su secretario de Estado, Marco Rubio, “evitó y acabó” la guerra entre ambas. Grandilocuencias al margen, es poco, muy poco, que echarse a la boca tras medio año de mandato.
A continuación, algunos de los asuntos que han marcado la agenda internacional de la semana:
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