En los últimos días, la actualidad internacional ha estado marcada por muchos nombres. Los de los 18.500 niños que han muerto en Gaza desde el inicio de la invasión israelí de Gaza en octubre de 2023. Un grupo de 300 artistas españoles los nombraron a viva voz en un acto en la Puerta del Sol de Madrid. Esta ha sido una de las múltiples protestas que se han extendido en el mundo de la cultura, el deporte y la economía de cada vez más países
por la masacre de Gaza. Aunque podría llamarlo genocidio, citando que así ha definido esta semana la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas sobre los Territorios Palestinos Ocupados a la actual ofensiva israelí en el enclave palestino.
Como periodista, no puedo estar en desacuerdo con la afirmación de que las palabras precisas importan y que ponerle nombre propio a los números es fundamental. Como hace el corresponsal Antonio Pita en su reportaje Voces desde Ciudad de Gaza, cuya toma total por tierra del ejército de Israel ha comenzado. Rami Abu Jamous es el nombre de un periodista en la capital de la Franja, uno de los cientos de miles de residentes que ahora se ven obligados a elegir entre el enésimo desplazamiento forzoso o presenciar la llegada de los tanques israelíes. Él ha optado por lo segundo. "Aguantaré hasta el final, esperando que el hecho de no movernos ralentice la ofensiva terrestre. Y con la esperanza de que, algún día, todo esto pare”.
Sobre la esperanza, y la falta de ella, intercambié algunos mensajes con el médico de urgencias y anestesista Raúl Incertis después de leer su espeluznante testimonio tras trabajar varios meses en un hospital de Gaza y a quien entrevisté cuando él todavía estaba allí. En su relato en primera persona, revela que solo tres semanas después de su llegada ya había perdido la cuenta de los niños mutilados, amputados, aplastados o quemados a los que había tenido que atender junto a sus compañeros. "Y de los muertos". Y aunque reconoce que no recuerda todos sus nombres, de muchos tomó fotografías y escribió sus casos, sus heridas y su destino. La imagen que abre este boletín es una de ellas.
Ante la creciente ola de movilizaciones, como la paralización de la Vuelta ciclista a España por las protestas de activistas, o medidas para presionar a Israel para que cese la invasión, por ejemplo, la UE ha aprobado suspender parte del acuerdo comercial con Israel, aunque deja la decisión final en manos de los Estados, le dije que, como muchos, me debato entre la esperanza y el desánimo. Y me contestó:
"Estoy muy desanimado también, pero creo firmemente en que las palabras y las acciones sí que sirven. Para no perder la humanidad que quede y quizás también para que un día, dentro de unos meses, al menos paren los bombardeos. Cuando hablo de todo esto, recurro a la frase de un amigo mío: 'La esperanza bebe de dos fuentes: la verdad y la justicia'. Sobre la verdad indico dónde buscar fuentes de información adecuadas sobre lo que pasa en Gaza. Sobre la justicia, entre otras cosas, de la utilidad de las acciones de protesta. Es certero y didáctico".
Con el firme propósito de cumplir con la primera de las dos fuentes que cita Raúl, les sugiero estas lecturas adicionales:
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