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Hola, ¿cómo estáis?
En el mundo hay al menos 196 pueblos que no quieren ser contactados y la mitad de ellos se encuentra al límite de la supervivencia. Estas comunidades corren el riesgo de desaparecer si no se detienen las amenazas que se ciernen sobre ellas. Por ejemplo, la tala, la minería, el petróleo y otras industrias extractivas que devoran y colonizan sus territorios, pero también otras que no dejan de crecer, como los misioneros con tecnología punta o los influencers en busca de monetizar ese “primer contacto”.
Estas son las principales conclusiones de un nuevo informe de la organización Survival International, el más completo hasta ahora sobre los pueblos indígenas en aislamiento en todo el mundo. Puedes leer el artículo aquí. Estos pueblos son aquellos que, de forma consciente, deciden evitar el contacto con foráneos. En un mundo en el que es cada vez más complicado desaparecer, no ser vistos o que nuestra huella digital no lo impregne todo, no deja de ser irónico que una de las amenazas crecientes para la supervivencia de estos pueblos sean los creadores de contenido. Para acabar, me quedo con esta frase de un hombre del pueblo indígena hongana manyawa: “Cuando [mis parientes no contactados] están conectados con la selva, lo están con el universo. No quieren estar conectados con el mundo exterior”.
Esta semana también hemos publicado cómo los recortes en la Ayuda Oficial al Desarrollo amenazan décadas de avances en la igualdad de género. Mi compañera Patricia R. Blanco escribió este artículo que detalla las principales conclusiones de un informe de ONU mujeres que revela que una de cada tres organizaciones contra la violencia machista en el mundo ha cerrado o suspendido programas. El estudio concluye que la reducción de fondos no es simplemente un efecto colateral de crisis económicas, sino “una decisión política” que refleja la relegación de la igualdad de género a un segundo plano.
Patricia también escribió este reportaje sobre las consecuencias para los datos de miles de personas de los recortes de financiación de EE UU tras el cierre de USAID, su agencia de cooperación. Millones de registros de defunciones y datos clínicos desaparecieron casi de la noche a la mañana en varios países africanos, borrando del mapa estadístico a miles de personas.
Además, entrevisté a María Rebollo, experta de la Organización Mundial de la Salud en enfermedades tropicales desatendidas, que me contó cómo esa reducción de financiación estadounidense también pone en peligro décadas de avances en la prevención, tratamiento e investigación de estas patologías, que son predominantemente endémicas en zonas rurales empobrecidas de África. “En 2010 había más de 2.000 millones de personas que necesitaban intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas. En 2024 ya estábamos en 1.400 millones. Se ha logrado mucho, pero hay un riesgo enorme”, me decía.
Por otro lado, publicamos este reportaje sobre las implicaciones de la despigmentación facial en Senegal. Miles de mujeres en el país se blanquean la piel en el país a costa de la salud. “Es como una droga. No pueden abandonar el hábito, aun conociendo los riesgos”, dicen las expertas entrevistadas, que alertan del incremento de una práctica que se sustenta en unos cánones de belleza que rechazan la piel oscura.
Muchas gracias por leernos y nos vemos la próxima semana.
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