Este es el boletín de la sección de Madrid de EL PAÍS, que sale dos veces por semana. Los martes llega al buzón de los lectores a las seis de la tarde con la firma de Miguel Ezquiaga. Los viernes la entrega está dedicada a propuestas para el finde, llega a mediodía y la firma Héctor Llanos Martínez. Si no estás suscrito, puedes apuntarte aquí.
Hace muy poco, estando en Tenerife, una familia muy viajera me recomendó visitar Icod de los Vinos. Y allá que me fui al día siguiente. Mereció la pena. El drago milenario, ese enorme e intrincado árbol de cientos de años de existencia, que los locales dicen que esconde leyendas antiguas que pasan de padres a hijos, hacía muy difícil no sentirse dentro de un relato del realismo mágico.
Con esas leyendas orales que han enraizado el lugar, aprendió a escribir Andrea Abreu. Charlando con algunos de sus vecinos, de su no siempre plácido clima, de sus vinos, dulces y quesos, recordé la novela de la canaria Panza de burro. Su éxito en tantos y tantos países -y el milagro de traducir un lenguaje tan local- ha dado pie a una adaptación teatral que me muero por ver.
Quiero escuchar no solo la vaga recreación que nació mi cabeza al leer libro, sino con su cadencia real, cómo hablan sus dos protagonistas. Shit e Isora son dos crías que habitan en la ladera de un volcán. Viven en familias desestructuradas bajo la tutela de un mundo femenino de abuelas. Ambas comparten un verano aburrido, deseando que alguien las lleve a la playa.
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